La tolerancia: el equilibrio que tu mente debe dominar

La discriminación ha persistido en nuestra sociedad de distintas formas. Por ello, es necesario promover la tolerancia para combatirla.

El ser humano siempre ha rechazado lo que no conoce, pues es parte de su instinto de supervivencia. Afortunadamente, podemos corregir esta reacción por medio de la tolerancia. Además de buenas relaciones con los demás, esto nos traerá beneficios para nuestra mente y alma.

El principio de la tolerancia

“Tolerar” no significa “aguantar”, tampoco quiere decir que debemos estar de acuerdo con todo lo que se nos proponga. Debemos comprender que apreciar la diversidad nos ayuda a progresar. La exposición a nuevas experiencias y su correcta comprensión nos vuelven más cultos e inteligentes. De este modo, todo a nuestro alrededor será una oportunidad para aprender y no una amenaza que debemos rechazar.

Tolerar también significa saber afrontar apropiadamente. Por ejemplo el silencio, la calma y la comprensión serán nuestras mejores armas ante las provocaciones. Lograr dominar esto requiere de autoconfianza y valentía. Es por esto que la tolerancia nos ayuda a formarnos como personas firmes y seguras. El punto es que uno debe ser tolerante consigo mismo antes de buscar fomentar la tolerancia en el exterior.

¿Cómo inculcar la tolerancia a nuestros hijos?

Si se busca educar a los niños en el hogar se deberá prestar especial atención a la manera en la que se lleven a cabo las actividades del día a día. El trabajo en equipo es la manera más sencilla de exponerlos a puntos de vista distintos. Aprenderán a valorar positivamente el aporte de los demás si logran adaptarse a las capacidades de sus compañeros.

Por otro lado, es importante recordar la idea de “ser tolerantes con nosotros mismos”, pues en este caso seremos el modelo a seguir de nuestros niños. Las discusiones con los hijos surgen fácilmente y debemos ser cuidadosos con nuestras respuestas. Explicarles que entendemos sus frustraciones en vez de imponer nuestra voluntad por ser los adultos a cargo les servirá como ejemplo para que se acostumbren a analizar con detenimiento la situación y buscar arreglar las discusiones de manera pacífica.

Está claro que siendo tolerantes no solo beneficiamos a los demás, tan diferentes de nosotros, sino a nuestras respuestas y estado de ánimo. Empleando esta virtud siempre miraremos con buenos ojos al prójimo. Nunca nos desanimaremos antes situaciones que nos obliguen a salir de nuestra zona de confort. Evitaremos conflictos innecesarios con respuestas pacíficas y la capacidad de escuchar al otro. Nos volverá aptos para convivir en cualquier entorno por más diferentes que seamos, de esta manera contribuyendo al espíritu de la “fraternidad humana” y manteniéndonos unidos como raza.

Y tú… ¿Sabes apreciar lo que te diferencia de los demás? ¿Todavía no logras dominar esta habilidad? ¿Te resulta complicado entender el punto de vista de los demás? Unos consejos o ejemplos pueden inspirarte. Déjanos un comentario y estaremos gustosos de compartirte información y formarte como una persona tolerante.

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